Entrevista a Francisco
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Revista Cambio 16.
Año 1985.
(Aportación del compañero de IS-Asturias Juan Manso y
del grupo "Espacio para el debate político")
“En el PSOE no hay órganos
pensantes”
Fue uno de aquellos del XXVIII Congreso que agitó la bandera del
marxismo, tanto, tanto, que Felipe González llegó a dimitir
Fue luego el primer rector rojo
de la Complutense de Madrid después de la dictadura. Año y medio después de
aquella experiencia, desde que su propio partido le dijera que no se volviera a
presentar al cargo, dedica su tiempo a su cátedra de Historia Económica, a
escribir algún que otro artículo y a reflexionar.
Y sus reflexiones van por la
ideología del PSOE, sobre estas siglas bajo las que milita como crítico, aunque
no practicante. Siglas que también amparan a esos compañeros de siempre que hoy
le sorprenden cuando, desde un cargo oficial, le hablan de sus logros, de lo
bien que lo están haciendo. “Parece –comenta- como si estuvieran haciendo la
revolución socialista”. Por eso cree que se impone la reflexión, ahora que se
habla del felipismo que todo lo invade, y que ve su “casa” vacía de ideología.
-El PSOE ha pasado en poco
tiempo de ser revolucionario, marxista, no ya a ser socialdemócrata, sino a
practicar una política que, en michos aspectos, se podría tildar de liberal.
-¿No le parece contradictorio ese liberalismo en un partido que aún
mantiene su programa máximo casi revolucionario?
-Es que es contradictorio porque
efectivamente se mantienen, congreso tras congreso, esos principios claramente
anticapitalistas. Y desde que llegó al poder, el Gobierno, sin muchos complejos
y sin problemas en el partido, ha aplicado una política económica que,
comparada con la de un socialdemócrata tan destacado como Olof Palme, está muy
a la derecha. Claro que, evidentemente, aquí la crisis económica ha sido más
dura, se estaba menos preparado… Aquí se aplica una política de salida de la
crisis que tiene una ortodoxia capitalista: reconstruir el beneficio
empresarial para intentar que a través de él se ponga en marcha la inversión
privada.
-¿No es eso un programa de derechas?
-Claro, lleva consigo que el
trabajador gane menos, que el empresario gane más y que el Estado gaste poco,
justo lo contrario de lo que siempre ha dicho el socialismo.
-¿Cree usted que había margen
para hacer otra cosa? El Gobierno dice que no…
-Algo de eso es verdad. Lo que
pasa es que había que haberlo explicado no sólo al partido, sino a la opinión
pública, y no digamos a los sindicatos. En lugar de un discurso triunfalista
como el que se está haciendo habría que haber hecho un discurso churchiliano:
“Estamos en una situación de emergencia y eso es lo que nos obliga a actuar
así.” En cambio lo explican como si fuera lo normal y lo socialista. Habría que
haberlo hecho de otra manera, incluso pidiendo disculpas.
-¿Eso significa que se ha engañado al electorado?
No sé. Ciertamente se decían
antes cosas distintas, pero la verdad es que tampoco se intenta enmascarar esa
política. Ahora hay un interrogante muy grande, que es cómo se va a plantear el
próximo programa electoral. Porque el anterior, aunque era muy moderado, ha
resultado muy avanzado con relación a lo que se ha hecho.
-Alguien estará pensando la estrategia para hacerlo.
-Es que además en el PSOE no hay
órganos pensantes. El único que habla sobre la evolución general es Felipe
González, los demás, hasta los ministros no abren la boca, salvo para temas
específicos. Y con el trabajo que tiene González no sé si tendrá tiempo…No sé
si los que llaman fontaneros serán capaces de pensar, porque el partido no está
muy preparado para hacer esa tarea.
-Al menos habrá unas bases ideológicas sobre las que avanzar…
-Es verdad que era inevitable
pasar de la teorización o de la ideologización de la oposición a la realidad de
los hechos que se ve en el poder. Pero es que, ¡se han pasado! ¿Sólo queda
pragmatismo y realismo y hasta liberalismo?
-¿No queda nada de izquierdas entonces?
-Queda más bien una promesa, no
muy explícita, de que si las cosas van mejor, entonces… En economía quizá fuera
inevitable actuar así, pero en educación o en materia de salud… Es que no
existen planes a cinco o diez años vista. En un partido que se ha dedicado cien
a los a hablar del largo plazo, de la interpretación de la historia, incluso de
darle a la gente ilusión y hasta una utopía, ahora nos encontramos así. Todo
eso anterior se ha perdido. No sé yo si ahora es posible entusiasmar a la
gente.
-Ahora su secretario general parece un encendido defensor de la
iniciativa privada. ¿Cómo se ha experimentado ese cambio?
-Bueno, él es sincero. En
algunos momentos hubiera sido mejor para él ocultar esa evolución. Ha pasado de
tener una base ideológica marxista al liberalismo. Eso no lo ha ocultado. Su
heterodoxia es total y absoluta. Lo que pasa es que llega un momento en que esa
heterodoxia, formulada a la buena de Dios, que va construyendo un pragmatismo
–con sus aspectos positivos- llega un momento en que se convierte en ortodoxia.
Ahora, ¿eso cómo va a manifestarse en la campaña electoral? ¿Y eso como hasta
qué punto es compartido por el partido al no haberse hecho un proceso de reflexión?
Es verdad que hablar como hacíamos en el setenta de la dictadura del
proletariado era un poco aberrante. Pero también pasar al extremo opuesto…
Porque habrá que dar unas respuestas ideológicas a los problemas generales de
la organización de la sociedad del siglo veintiuno, qué va a pasar con el
capitalismo… Todo eso es ahora un vacío ideológico, y eso no es bueno.
-¿Usted también cree, como el presidente del Gobierno, que Marx ahora
no sería marxista?
-Lo que sería hoy Marx nadie lo
sabe. Pero habría que preguntarle a Felipe González si del marxismo no hay que
conservar nada. Y si no lo conservamos, por qué los sustituimos. Porque lo que
no es ninguna ideología es el realismo.
-Esta situación en la que un líder impone sus ideas a un partido,
¿puede durar mucho tiempo?
-Eso puede darse en dos
circunstancias. Una de ellas cuando surge una personalidad de primerísimo
plano, un Pablo Iglesias. O cuando se dan una serie de circunstancias como las
que se han dado aquí. La salida de la dictadura, que el partido se haya llenado
de gente nueva. Si no hubiera sido así, esta situación no se habría dado. La
gente vio que la figura de Felipe González era atractiva y, sobre todo, eficaz.
En esas condiciones no sólo era imposible enfrentarse a él, sino intentar
subsanar los efectos de un personalismo excesivo. Porque quizá como político
práctico Felipe sea una figura, pero no se puede decir que haya hecho una
aportación teórica.
-¿Usted también cree, como muchos que le critican, que al PSOE y a su
secretario general lo único que les importa es mantenerse en el poder?
-bueno, ése es el objetivo
principal de un partido político. Lo que pasa es que, ¿hasta qué punto están
dispuestos a pasar por encima de todo para ello? Cuando el presidente es tan
sincero de alabar el liberalismo y la iniciativa privada, yo no creo quesea
electorero, pienso que eso le puede costar votos. Ahí no parece que exista ese
principio del poder por el poder. En otros muchos altos cargos no hay duda que
les ha cambiado la vida. Han pasado en algunos casos de no estar ni siquiera en
el partido a ser gobernadores civiles y hasta directores generales. ¿Cómo no
van a ser triunfalistas? ¿Cómo no van a querer seguir?
-¿Cree que actúan como si fueran nuevos ricos?
-Sí, hay una prepotencia, un
decir aquí estamos nosotros, que tenemos legitimidad democrática, pisamos
fuerte en todas partes. La izquierda ha tenido siempre una ventaja frente a la
derecha, y es poder unir el estímulo moral con el material. Había ese
componente ético y moral. Y eso es lo que se ha perdido. Y a veces parece que
se ha fomentado el incentivo material.
-Hay militantes que miran con esperanza a Alfonso guerra, que confían
en su izquierdismo.
-Sin Felipa González es difícil
pensar en diez millones de votos. En política, es importante tener una persona
así. Lo importante es que eso no sea un símbolo y que eso no obligue al partido
a funcionar de arriba abajo. Alfonso Guerra es una especie de apéndice de
Felipe González, y todos los demás dirigentes han estado a la sombra de los
dos. Quizá guerra sea una de las personas más de izquierdas del partido y del
gobierno, pero a la hora de definir la línea de uno u otro o se queda en la
superficie y es pura fachada (y está de acuerdo con Felipe González en el
fondo) o, si realmente piensa como a veces parece, tiene que ser un hombre
lleno de contradicciones. Yo me inclino más por la primera hipótesis.
-Ahora todas las contradicciones van a saltar con el tema de la OTAN,
¿qué va a pasar en el partido?
-Va a ser una prueba a su
disciplina. Como todos los miembros del PSOE lo somos de la UGT podemos
ampararnos en la condición de ugetistas para decir que no a la OTAN. Yo no veo
al PSOE movilizado para hacer una campaña en ese referéndum. Saldrán a la calle
uno de cada diez militantes. ¿Quién va a salir a pegar carteles?, ¿los miembros
del aparato del partido, los cargos públicos?
-¿A algunos disidentes en este tema se les intentará callar?
-Lo podrán conseguir con las
juventudes Socialistas. Lo de Nicolás Redondo ya es un caso más peculiar,
juegan relaciones personales con Felipe González, que en principio fueron muy
estrechas. Ha llegado un momento en que Nicolás Redondo no ha podido más y se
ha distanciado, él, que fue el principal causante del felipismo en Suresnes.
Ahora está relativamente prudente y no sé si aprovechará este tema para
distanciarse todavía más. Pero Redondo es un caso palpable de lo que producen
esos cambios de ideología, de política, no discutidos en el seno de la
organización y no explicados.
-Y ustedes, los críticos del partido, ¿qué ideología alternativa
aportan al partido?, ¿qué otra política socialista?
-No existe esa aportación. Una
de las causas por las que se ha producido esta evolución del PSOE está en que
los que nos oponemos no éramos muchos, lo hemos hecho relativamente mal y
estamos divididos. De las figuras conocidas, Tierno está en la Alcaldía; Gómez
Llorente, en su casa, y pablo Castellano, en Izquierda Socialista, que es el
único grupo organizado.
-Pero aun los que están organizados tampoco se han opuesto en temas
como la ley de Pensiones o la pelea con el sindicato…
-Es difícil hacerlo, porque la
disciplina es importante.