viernes, 20 de noviembre de 2015

ESCUELA DE SOCIALISMO



Por qué criticamos a Felipe:
La oposición del PSOE expone su programa socialista
 (Publicado por José Manuel Arija en la revista ‘Cambio 16’ el 26-10-1981)


Aportación de los compañeros del grupo Espacio para el debate político.
(En la foto Luis Gómez Llorente,a la izquierda, y Pablo Castellano)

Es crítico, pero cuida mucho el no parecer agresivo, que una cosa no tiene que ver con la otra. Pausado, retórico en la exposición y llamando siempre la atención sobre la ideología, Luís Gómez Llorente, de cuarenta y dos años, es el cabeza de los críticos. Junto con Pablo Castellano se negó a presentar su candidatura al 29 Congreso del PSOE.
Sin proponérselo significan la otra cara de la moneda del tándem Felipe-Guerra. Gómez Llorente es el Felipe de los críticos, con su estilo pacificador y sin estridencias; Castellano es el “Guerra”, por sus comentarios puntillosos y directos. En la corriente de Izquierda Socialista representan el mismo papel, frente a la dirección de su partido, que Felipe y Guerra respecto a los otros partidos.

En política interna se diferencian de la línea oficialista en que propugnan la elección proporcional para los órganos representativos del PSOE; en política externa, su tesis es la de unidad de la izquierda frente a la posible coalición con la UCD.

Los dos críticos afirman que desde luego ellos no votarían a Felipe González para la reelección, pero sí acatarán todo lo que decida el congreso. “Respetaré –dice Gómez Llorente- las resoluciones y la ejecutiva que salgan del congreso, lo cual demuestra mi absoluto acatamiento. Ahora bien, yo no contribuyo a un tipo de juego que no me permite participar y sentarme a representar al número de personas que me votan”.

“Quiero decirlo muy claro –afirma a su vez Pablo Castellano-. En contra de todas las calumnias y maledicencias de los que no están acostumbrados a la discrepancia, nosotros no vamos a entrar en ninguna clase de provocación. Mantendremos nuestras diferencias procurando que sirvan además para enriquecer una opción política, intentaremos reconstruir la corriente de izquierdas y, como demócratas, aceptaremos ya de antemano las resoluciones del congreso y nos comprometeremos a su cumplimiento. Del mismo modo nos sometemos gustosamente a la disciplina de la nueva comisión ejecutiva, pero continuaremos en el seno del partido el permanente debate de nuestras posiciones para ver si somos capaces de convencer”.

En cuatro puntos básicos centra Luís Gómez Llorente los postulados de Izquierda Socialista, diferenciadores de la política oficial de su partido: “Primero, reivindicación de la ideología que inspira la trayectoria histórica del PSOE desde su fundación; es decir, el partido puede hacer una función de representación en las instituciones, pero tan importante como eso es la tarea de ser conciencia de la clase trabajadora”.

El segundo punto –continúa Gómez Llorente- “consiste en mantener una línea en política económica donde se estudie una planificación energética, la nacionalización de los grandes bancos, la transformación de la empresa pública y un mayor protagonismo en ella de los trabajadores. No es coger una página de El Capital, sino una página de nuestro congreso de 1976”.

La unidad de la izquierda es el tercer punto de Izquierda Socialista. “Nos inquietan las maniobras que tienden a la coalición con la derecha. Gobernando con la derecha no se puede hacer política de izquierdas –asegura Gómez Llorente-. Pero la unidad de la izquierda no hay que verla en la expectativa institucional”.

“La política sectorial, en la que tanto y tan bien trabaja el compañero Ciríaco de Vicente, porque no nos duelen prendas para elogiar las virtudes de los dirigentes valiosos de la Ejecutiva, se traduce en acumular una biblioteca de alternativas, no en movimientos de masas. Y eso ocurre porque en el trasfondo de todo el equipo dirigente se considera que la acción de los socialistas debe realizarse a través de las instituciones”.

El último punto básico del sector crítico del PSOE se refiere a la organización interna. “Que se otorgue dentro del partido una mayor libertad de acción a las corrientes y, desde luego, la representación proporcional para todo lo que no sean cargos directamente ejecutivos”.

Con la pipa bailando entre los huecos de diente a diente, el traje azul salpicado de ceniza, los ojos entreabiertos para esquivar inútilmente el humo y pisando la gruesa alfombra de su despacho de vicepresidente del Congreso de los Diputados con unas de aquellas botas tipo “Segarra”, Luís Gómez Llorente es la imagen del socialista histórico, como los principios que reivindica. “Hay que recuperar una cosa elemental que es la tolerancia, no ir a eliminar al que no me vota o no piensa como yo. Ha decaído mucho, desgraciadamente –remacha- esa tendencia que entre los socialistas se llama fraternidad”.

Piensa Gómez Llorente en la necesidad de un partido radical como el de Azaña, que empujara a UCD por un lado y al PSOE, por el otro, a sus respectivas ubicaciones políticas. Pero, sobre todo, a lo largo de la conversación, repite la necesidad de la ideología. “El PSOE debe transmitir ideología a la clase trabajadora”.

Ideología clara

Para él, esto es más importante que las prisas por gobernar. “Lo que debe preocupar es el cómo y con quién se gobierna”.

Pablo Castellano también insiste en la necesidad de una ideología clara. “Si es voluntad mayoritaria de los militantes del partido que tengamos un carácter neoliberal, pues santo y bueno y a cumplirlo todo el mundo. Si es voluntad de todos recuperar el programa socialista, pues a hacerlo. Pero que haya programa. Lo que no puede hacer el PSOE es tener un mensaje plural, que se convierte de hecho en ambiguo. No se puede descubrir la piedra filosofal de dar satisfacción al mismo tiempo al gran capital y al campesino”.

“El error principal de la actual ejecutiva felipista –añade Pablo Castellano- es que no ha hecho partido. En un momento determinado se inventó la consolidación de la democracia en abstracto y la política de Estado en abstracto, pero no se hizo partido en la clase obrera. Se ha hecho organización burocrática de funcionarios, con marginación del discrepante y premio al acólito. La tragedia de este país es que hay un Gobierno que no gobierna y una oposición que no se opone”.

Tanto Castellano como Gómez Llorente consideran que con un programa de unidad de acción con la izquierda, los socialistas obtendrían más diputados, porque serían muchos más los votos ganados que los perdidos. “Se podrían alcanzar los 180 diputados –asegura Castellano-, pero la unidad de la izquierda no se hace por la hipoteca en la colaboración con el Partido Comunista, que nace de la dependencia de ciertos miembros de la dirección del Partido Socialista Obrero Español con respecto a la socialdemocracia alemana y a los americanos”.


El grupo de Izquierda Socialista, va a continuar su función crítica en el seno del Partido Socialista. Sus líderes no sólo muestran su intención de mantenerlo, sino de relanzarlo. “Seguiremos trabajando por nuestra idea en la medida en que sea compatible con los Estatutos del partido y las resoluciones que apruebe el congreso”, asegura Gómez Llorente. “Las prohibiciones que vayan en contra del socialismo y de la libertad, las ignoramos”, dice, por su parte, Pablo Castellano.

jueves, 19 de noviembre de 2015

ACTUALIDAD POLÍTICA




RAJOY Y EL PROBLEMA CATALÁN


Por Juan Manso García

Ante el problema catalán podemos decir lo del refrán: ¡Éramos pocos y parió la abuela!, es decir, tenemos pocas crisis (económica, política, europea, etc.) y surge la de los nacionalismos. El problema es complejo y hay múltiples factores que inciden en él. Uno de ellos lo expresó bien el rey en su discurso de la entrega de los Premios Princesa: “Que nadie construya muros con los sentimientos”. Efectivamente, si bien en política es necesaria alguna dosis de pasión (sentimientos), ésta debe estar siempre controlada por la razón, y en el tema de los nacionalismos ocurre al revés.

Dicho esto (y por lo que a nosotros nos incumbe más directamente por la proximidad de las elecciones), no podemos pasar por alto la nefasta política seguida por Rajoy en el conflicto catalán, hasta  el extremo de que es uno de los factores más determinante de la crisis (tras la errática política de Artur Mas). Y es que fue un discípulo aventajado (el maestro fue Aznar) en utilizar los problemas para hacer políticas partidistas. Tiene buenos antecedentes: la vergonzosa utilización de las víctimas de ETA; atribución a esa banda terrorista del atentado del 11-M, implicando, de paso, al PSOE; las mentiras sobre las armas de destrucción masiva en poder de Sadam Husein (por cierto, ¿pedirá Aznar perdón como hizo recientemente Blair?); utilización interesada de la jerarquía de la Iglesia, etcétera.

Los despropósitos de Rajoy en el problema catalán son bien conocidos: no sólo no tendió puentes con esa autonomía, sino que actuó de pirómano, llevando el Estatut a los tribunales, recogiendo firmas o promoviendo el boicot a los productos catalanes. Creo que éste es un factor importante a tener en cuenta a la hora de acercarnos a las urnas el próximo 20-D.


En Gijón,  a 13 de noviembre de 2015