Sin
ánimo de pontificar;
con
ánimo de polemizar.
La
pobreza energética se da por una combinación de ingresos bajos,
precios de la energía doméstica altos y deficientes niveles de
eficiencia energética en viviendas
Puede
decirse que un hogar está en situación de pobreza energética
cuando es incapaz de pagar lo que cuestan los servicios de la energía
necesarios para la satisfacción de sus necesidades domésticas, o
cuando se ve obligado a destinar una parte excesiva de sus ingresos a
pagar la factura energética de su vivienda.
Sin
pretender hacer un estudio exhaustivo expondré unas pinceladas para
enmarcar este problema que es más complejo de lo que parece y que
para darle solución requerirá de
políticas
que van más allá de remediosa corto plazo que mitigan las
consecuencias pero no solucionan el problema social de la pobreza
energética. La
magnitud de este problema en nuestro país se refleja en el estudio
“Pobreza energética
en España. Análisis de tendencias (ACA, 2014)” que
concluye que, en 2012, el 17% de los hogares españoles tenían
gastos desproporcionados en el pago de las facturas de la energía
doméstica lo que suponía más de 7 millones de personas. Así
mismo, el mismo año, el 9% de los hogares españoles se declaraba
incapaz de mantener su vivienda a una temperatura adecuada en
invierno, es decir, más de 4 millones de ciudadanos. Esto situaba a
nuestro país en 2012, como el cuarto país europeo con mayor número
de ciudadanos inmersos en dicha incapacidad.
Hay
dos formas de enfrentar este problema, una es la forma paliativa que enmascara
y como mucho mitiga los efectos del problema, como:
- Definición de consumidor vulnerable
- Ayudas asistenciales
- Impedir el corte de suministro en la estación fría
- Redefinición del bono social
- Establecimiento de facilidades de pago por las comercializadoras
- Microrreformas de bajo coste en viviendas
- Mejoras en la coordinación y gestión de los agentes implicados
Estas
medidas, que es obligado hacer, no atajan el problema en su raíz,
que al fin y al cabo es un problema de injusticia social. Hay otras
políticas que combaten la desigualdad y la injusticia que sí son
capaces de solucionar este problema.
En
la pobreza energética concurren tres factores que deben tenerse en
cuenta a la hora de definir políticas encaminadas a hacerle frente y
atacar esta problemática en su origen:
- Renta familiar disponible
- Precios de la energía
- Calidad energética de la vivienda
Estos
tres componentes sirven para comprender cómo surge el fenómeno de
la pobreza energética y proporcionan puntos a tener en cuenta sin
los cuales no se podrán definir e implantar políticas públicas
encaminadas a solucionar este problema social.
Renta
familiar disponible
Los
hogares con alguno de sus miembros en situación de desempleo son los
más propensos a estar en pobreza energética. La pobreza energética
está determinada en muy gran medida por el nivel de ingresos del
hogar, las familias con mayor renta disponible no sólo tienden a
ocupar viviendas de más calidad, sino que también pueden gastar más
dinero en satisfacer sus necesidades de energía doméstica. Al ser
los salarios la principal, y en la mayoría de los casos, la única
fuente de ingresos de casi todos los hogares activos, estar en
situación de desempleoo con empleo precario, incrementa la
probabilidad de pertenecer a un hogar con problemas para hacer frente
a sus facturas de energía doméstica.
En
nuestro país, a una tasa de desempleo brutal, hay que añadir la
precariedad laboral y la depreciación de los salarios, consecuencias
de las políticas de austeridad implantadas por este gobierno; por lo
que proporcionalmente, el número de hogares en pobreza energética o
en peligro de caer en ella, son muchos más que en el resto de
Europa.
Éste,
el de la mejora de la renta familiar disponible, es uno de los
frentes en los que actuar contra la pobreza energética, con
políticas fiscales que repartan mejor y más justamente la
riqueza,y políticas activas de promoción de empleo que creen
empleos de calidad.
Precios
de la energía
El
precio de la energía en nuestro país es de los más altos de
Europa, el quinto precio de electricidad de consumo doméstico más
elevado de los 28 países miembros de la UE, solo superado por el de
Dinamarca, Alemania, Irlanda e Italia. Si se introduce la variable
del poder adquisitivo de cada país, que compara el precio de otros
productos con el de la energía, España tiene la cuarta energía más
cara, y Portugal, Alemania y Rumanía ocuparían los tres primeros
puestos de la lista. Algo similar ocurre con el gas natural, que
tiene en España el tercer precio más alto de la UE, por detrás de
Suecia y Portugal; desde 2008 el precio de la electricidad en los
hogares europeos ha subido cerca de un tercio, mientras que el precio
del gas se ha incrementado sobre un 25%. Estas consideraciones nos
llevan a deducir que otro importantísimo campo de actuación para
remediar el problema social de la pobreza energética, es la
necesidad de una profunda reforma del sector eléctrico, en la que no
entro porque llevaría un extenso espacio impropio de esta
exposición.
Calidad
energética de las viviendas
Vivir
en una casa con temperaturas inadecuadas aumenta el riesgo de sufrir
ciertas enfermedades y de morir prematuramente. Ocupar una vivienda
con temperaturas inadecuadas durante el invierno o con moho y
humedades tiene efectos sobre la salud. Por esta razón, la pobreza
energética está relacionada con una mayor incidencia de
enfermedades físicas y mentales como asma, artritis, reumatismo,
depresión, ansiedad, etc.; que afectan más intensamente a segmentos
de población vulnerables como niños, adolescentes y ancianos.
Además, se sabe que es también una de las causas del aumento de la
mortalidad causada por enfermedades cardiovasculares y respiratorias
entre personas mayores de 60 años durante los meses de invierno. Sin
duda la rehabilitación profunda de los edificios donde habitamos es
una solución para prevenir y evitar la pobreza energética. La
climatización del hogar supone alrededor del 50% del gasto en
energía doméstica de un hogar por lo que reducir la demanda
energética del edificio mediante la mejora de la envolvente térmica,
mejorar la eficiencia energética de las instalaciones, incorporar
fuentes de energía renovables, incorporar nuevas tecnologías y
mejorar la gestión de la energía son las medidas que realmente
harán que el hogar salga de la situación de vulnerabilidad
energética en la que puede encontrarse en periodos de crisis o ante
posibles incrementos de los precios de la energía.
Mejorar
la eficiencia energética de las viviendas reduce la incidencia de la
pobreza energética además de generar empleo, por lo que otro campo
de actuación en la erradicación de la pobreza energética es la
rehabilitación de viviendas con planes con mecanismos de
financiación de las actuaciones.
Tino
Cortina Calleja (miembro de IS-OVIEDO)