Una
definición clara, concreta y detallada sobre la energía como bien
básico debería ser un elemento fundamental dada su importancia
clave en nuestra sociedad.
El
Cambio Climático nos obliga a hacer, de forma inmediata, lo que
necesariamente tendremos que hacer; cambiar el modelo de desarrollo y
particularmente el modelo energético actual que nos lleve hacia una
mayor sostenibilidad en una economía
descarbonizada.
Este
cambio de modelo energético es una necesidad
medioambiental, estratégica y social;
es viable
por
el inmenso margen de ahorro y eficiencia que se puede conseguir en el
uso de la energía; y
es
una
oportunidad,
una excepcional oportunidad para cambiar el modelo productivo.
Estos
tres ejes, válidos en todo el planeta, son todavía más destacados
en el caso de nuestro país; que tiene
la mayor dependencia energética del exterior de todos los países de
nuestro entorno; que no cumple sus compromisos de reducción de
emisiones de
Gases de Efecto Invernadero; que ha
estado a la vanguardia en
el aprovechamiento de las Energías Renovables que son la mejor
herramienta para reducir con urgencia la dependencia energética y
las emisiones; que
cuenta
con un tejido empresarial
de
punta en un sector de alto valor añadido como es el de las
renovables, con capacidad de creación de empleo, con capacidad de
exportación y con liderazgo de sus empresas.
Por
ello debemos plantear otra política energética y otra política
económica que sustituya a la actual centrada solo en la defensa de
los intereses del sector empresarial energético y no en la defensa
del consumidor y de los intereses generales de la sociedad.
Las
líneas generales de actuación han de tener como idea fundamental
hacer
del Ahorro, la Eficiencia y el desarrollo de las Energías
Renovables, el eje central de la política energética para
conseguir:
- Reducir nuestra alta dependencia energética del exterior, muy por encima de la media de la Unión Europea.
- Reducir el consumo y el gasto energético mejorando la eficiencia de la economía.
- Eliminar las emisiones contaminantes a la atmósfera, obligación en la que seguimos incumpliendo nuestros compromisos internacionales.
- Potenciar un sector tecnológico e industrial de punta que se convierta en el eje de la transformación tecnológica que la economía española necesita.
- Situar a los ciudadanos en el centro del sistema energético del futuro en una doble vertiente, como consumidor y como generador.
- Propiciar un cambio en la cultura del uso de la energía.
- Establecer las medidas adecuadas para lograr la mayor transparencia del sector energético ante la sociedad.
- Trasladar señales claras de precio que incentiven una nueva concepción de la energía como bien básico.
- Optimizar el proceso de transición, desde la realidad actual mejorando la eficiencia tanto de los procesos de transformación de la energía primaria en energía final, como en los usos y en los procesos de gestión final de la energía.
- Reducir el peso de las fuentes contaminantes adecuando su régimen a una función de respaldo.
En
definitiva, “transformar
el modelo energético, incorporando a partir del respeto al
medioambiente y del desarrollo tecnológico, un valor seguro y una
señal al exterior de liderazgo en el camino hacia una economía
descarbonizada”.
Esta
transformación sería llevada a cabo, mejor, con un sector
energético público, cuyo fin es satisfacer los intereses colectivos
y velar por el bien común.
Tino
Cortina Calleja
cortinacalleja@gmail.com