Por qué criticamos a Felipe:
La
oposición del PSOE expone su programa socialista
(Publicado
por José Manuel Arija en la revista ‘Cambio 16’ el 26-10-1981)
Aportación de los compañeros del grupo Espacio para el debate político.
(En la foto Luis Gómez Llorente,a la izquierda, y Pablo Castellano)
Es crítico, pero cuida mucho el
no parecer agresivo, que una cosa no tiene que ver con la otra. Pausado,
retórico en la exposición y llamando siempre la atención sobre la ideología,
Luís Gómez Llorente, de cuarenta y dos años, es el cabeza de los críticos.
Junto con Pablo Castellano se negó a presentar su candidatura al 29 Congreso
del PSOE.
Sin proponérselo significan la otra cara de
la moneda del tándem Felipe-Guerra. Gómez Llorente es el Felipe de los
críticos, con su estilo pacificador y sin estridencias; Castellano es el
“Guerra”, por sus comentarios puntillosos y directos. En la corriente de
Izquierda Socialista representan el mismo papel, frente a la dirección de su partido,
que Felipe y Guerra respecto a los otros partidos.
En política interna se diferencian de la
línea oficialista en que propugnan la elección proporcional para los órganos
representativos del PSOE; en política externa, su tesis es la de unidad de la
izquierda frente a la posible coalición con la UCD.
Los dos críticos afirman que desde luego
ellos no votarían a Felipe González para la reelección, pero sí acatarán todo
lo que decida el congreso. “Respetaré –dice Gómez Llorente- las resoluciones y
la ejecutiva que salgan del congreso, lo cual demuestra mi absoluto
acatamiento. Ahora bien, yo no contribuyo a un tipo de juego que no me permite
participar y sentarme a representar al número de personas que me votan”.
“Quiero decirlo muy claro –afirma a su vez
Pablo Castellano-. En contra de todas las calumnias y maledicencias de los que
no están acostumbrados a la discrepancia, nosotros no vamos a entrar en ninguna
clase de provocación. Mantendremos nuestras diferencias procurando que sirvan
además para enriquecer una opción política, intentaremos reconstruir la
corriente de izquierdas y, como demócratas, aceptaremos ya de antemano las
resoluciones del congreso y nos comprometeremos a su cumplimiento. Del mismo
modo nos sometemos gustosamente a la disciplina de la nueva comisión ejecutiva,
pero continuaremos en el seno del partido el permanente debate de nuestras
posiciones para ver si somos capaces de convencer”.
En cuatro puntos básicos centra Luís Gómez
Llorente los postulados de Izquierda Socialista, diferenciadores de la política
oficial de su partido: “Primero, reivindicación de la ideología que inspira la
trayectoria histórica del PSOE desde su fundación; es decir, el partido puede
hacer una función de representación en las instituciones, pero tan importante
como eso es la tarea de ser conciencia de la clase trabajadora”.
El segundo punto –continúa Gómez Llorente-
“consiste en mantener una línea en política económica donde se estudie una planificación
energética, la nacionalización de los grandes bancos, la transformación de la
empresa pública y un mayor protagonismo en ella de los trabajadores. No es
coger una página de El Capital, sino
una página de nuestro congreso de 1976” .
La unidad de la izquierda es el tercer punto
de Izquierda Socialista. “Nos inquietan las maniobras que tienden a la
coalición con la derecha. Gobernando con la derecha no se puede hacer política
de izquierdas –asegura Gómez Llorente-. Pero la unidad de la izquierda no hay
que verla en la expectativa institucional”.
“La política sectorial, en la que tanto y tan
bien trabaja el compañero Ciríaco de Vicente, porque no nos duelen prendas para
elogiar las virtudes de los dirigentes valiosos de la Ejecutiva, se traduce en
acumular una biblioteca de alternativas, no en movimientos de masas. Y eso
ocurre porque en el trasfondo de todo el equipo dirigente se considera que la
acción de los socialistas debe realizarse a través de las instituciones”.
El último punto básico del sector crítico del
PSOE se refiere a la organización interna. “Que se otorgue dentro del partido
una mayor libertad de acción a las corrientes y, desde luego, la representación
proporcional para todo lo que no sean cargos directamente ejecutivos”.
Con la pipa bailando entre los huecos de
diente a diente, el traje azul salpicado de ceniza, los ojos entreabiertos para
esquivar inútilmente el humo y pisando la gruesa alfombra de su despacho de
vicepresidente del Congreso de los Diputados con unas de aquellas botas tipo
“Segarra”, Luís Gómez Llorente es la imagen del socialista histórico, como los
principios que reivindica. “Hay que recuperar una cosa elemental que es la
tolerancia, no ir a eliminar al que no me vota o no piensa como yo. Ha decaído
mucho, desgraciadamente –remacha- esa tendencia que entre los socialistas se
llama fraternidad”.
Piensa Gómez Llorente en la
necesidad de un partido radical como el de Azaña, que empujara a UCD por un
lado y al PSOE, por el otro, a sus respectivas ubicaciones políticas. Pero,
sobre todo, a lo largo de la conversación, repite la necesidad de la ideología.
“El PSOE debe transmitir ideología a la clase trabajadora”.
Ideología
clara
Para él, esto es más importante que las
prisas por gobernar. “Lo que debe preocupar es el cómo y con quién se
gobierna”.
Pablo Castellano también insiste en la
necesidad de una ideología clara. “Si es voluntad mayoritaria de los militantes
del partido que tengamos un carácter neoliberal, pues santo y bueno y a
cumplirlo todo el mundo. Si es voluntad de todos recuperar el programa
socialista, pues a hacerlo. Pero que haya programa. Lo que no puede hacer el
PSOE es tener un mensaje plural, que se convierte de hecho en ambiguo. No se
puede descubrir la piedra filosofal de dar satisfacción al mismo tiempo al gran
capital y al campesino”.
“El error principal de la actual ejecutiva
felipista –añade Pablo Castellano- es que no ha hecho partido. En un momento
determinado se inventó la consolidación de la democracia en abstracto y la
política de Estado en abstracto, pero no se hizo partido en la clase obrera. Se
ha hecho organización burocrática de funcionarios, con marginación del
discrepante y premio al acólito. La tragedia de este país es que hay un
Gobierno que no gobierna y una oposición que no se opone”.
Tanto Castellano como Gómez Llorente
consideran que con un programa de unidad de acción con la izquierda, los
socialistas obtendrían más diputados, porque serían muchos más los votos
ganados que los perdidos. “Se podrían alcanzar los 180 diputados –asegura Castellano-,
pero la unidad de la izquierda no se hace por la hipoteca en la colaboración
con el Partido Comunista, que nace de la dependencia de ciertos miembros de la
dirección del Partido Socialista Obrero Español con respecto a la
socialdemocracia alemana y a los americanos”.
El grupo de Izquierda Socialista, va a
continuar su función crítica en el seno del Partido Socialista. Sus líderes no
sólo muestran su intención de mantenerlo, sino de relanzarlo. “Seguiremos
trabajando por nuestra idea en la medida en que sea compatible con los
Estatutos del partido y las resoluciones que apruebe el congreso”, asegura
Gómez Llorente. “Las prohibiciones que vayan en contra del socialismo y de la
libertad, las ignoramos”, dice, por su parte, Pablo Castellano.
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