CONFERENCIA POLÍTICA DEL PSOE - Octubre 2013
DIÁLOGO: GANARSE OTRA DEMOCRACIA (II)
SALIR DE LA CRISIS GLOBAL POR LA IZQUIERDA
(2/10) APORTACIÓN DE IZQUIERDA SOCIALISTA - PSOE - MAYO 2013
LA CRISIS GLOBAL Y SUS EFECTOS POLÍTICOS.
2. LA CRISIS GLOBAL Y SUS EFECTOS POLÍTICOS.
La poderosa minoría
que domina el mundo financiero, valiéndose de la desregulación de los mercados
consentida y estimulada por los gobiernos democráticos, ha desencadenado la
mayor crisis económica - financiera conocida desde la Gran Depresión de 1929.
Sus efectos están siendo devastadores, la crisis de liquidez ha generado cierre
de empresas, espectacular crecimiento del desempleo, aumento de las
desigualdades sociales e incremento de la pobreza. El capitalismo de nuestros
días, en su forma más agresiva y depredadora, el neoliberalismo, ha sido el
causante de tanto desastre.
Increíblemente, las
multimillonarias ayudas públicas utilizadas para impedir el hundimiento del
sistema financiero mundial y el colapso de la economía real no han servido para
que los estados emprendieran las oportunas reformas que pudieran evitar en el
futuro desastres semejantes.
La creciente
desregulación de los mercados, basada en el falso principio de que éstos se
auto-regulaban alcanzando así automáticamente el equilibrio, junto al opaco de
recursos hacia los paraísos fiscales fruto del fraude y de la evasión fiscal, o
para refugiar en ellos los beneficios del negocio ilícito, han contribuido a
que esta globalización neoliberal haya desorbitado hasta el extremo la economía
mundial, que en su afán especulativo ha sido capaz de poner en peligro el
ahorro de millones de ciudadanos al canalizarlos hacia operaciones de altísimo
riesgo. Priorizando la economía especulativa sobre la productiva, se generaron
burbujas insostenibles cuya eclosión resultó inevitable. Todo ello no es otra
cosa que el desarrollo del modelo
capitalista de organización de la producción y la sociedad que durante decenios
nos hemos negado a ver, y que ahora ha mostrado su verdadera cara. Ahora quedan
las consecuencias para las actuales y las futuras generaciones.
Esta crisis no es solo económico – financiera
sino medio-ambiental, social, política y, en definitiva de valores o de
civilización. Sin encontrar un nuevo paradigma que sustituya al ya viejo
“productivismo” mediante el que durante décadas se ha buscado la prosperidad,
será difícil vencerla. El binomio “crecimiento – bienestar” ha sido superado
por la realidad.
Por ello, hay que
superar los planteamientos deterministas de los mercados. Necesitamos un nuevo
modelo económico que no deprede los recursos del Planeta ni se sustente en la
sistemática explotación de las personas, pues las consecuencias a la vista
están.
La separación de la
economía de la política fiaba a la “mano invisible” del mercado el crecimiento
– rápido y dilatado - ¡y hasta la eficiencia en el reparto de la riqueza! Al
tiempo que los neoliberales anunciaban que los “ciclos económicos” eran propios
del capitalismo industrial y que había llegado el momento del crecimiento
indefinido; en los ámbitos laborales se sustituía la “centralidad del trabajo”
por la “empleabilidad” disminuían las rentas del trabajo en el porcentaje de la
renta nacional y aumentaban exponencialmente las rentas de actividades
especulativas, las clases populares y medias perdían capacidad adquisitiva y se
les ofrecía crédito fácil para endeudarse (estímulo a la demanda), se
cuestionaban/recortaban los derechos sociales y las transformaciones que
generaban los procesos económicos globalizadores (sin control institucional, ni
orientación política global) quebraban la lógica redistributiva interna –
basada en la justicia social y la solidaridad – del Estado de Bienestar. El
trasvase de rentas a los privilegiados que se impulsaba desde los gobiernos de
ideología neoconservadora incrementaba las desigualdades y “empobrecía” amplios
sectores de los asalariados y asalariadas.
Cuando la Crisis
empezó a emerger, hubo voces que expresaron el fracaso del modelo, incluso desde las filas neoliberales. Sin embargo, una vez
que poderosos intereses minoritarios consiguieron que las quiebras de grandes
conglomerados financieros privados fueran “asumidas” por el Estado y
“transferidas” al erario público; desde sectores privilegiados, distintas
entidades corporativas y determinados ámbitos institucionales se retomó la
perspectiva del neoliberalismo sobre los diagnósticos y la fórmula para
gestionar la crisis, al tiempo que se trataban de ocultar las contradicciones
en el propio sistema económico y las graves consecuencias sociales a las que
conducían nuevamente el fundamentalismo liberal del mercado; todo ello con el
objetivo de recomponer y aumentar las tasas de ganancia, la concentración de
poder y la consolidación de los privilegios de la élite capitalista global.
Como constataba el Manifiesto de Economistas Aterrados, “La crisis económica y financiera que ha sacudido
el mundo en 2007 y 2008 no parece que haya debilitado el dominio de los
esquemas de pensamiento que orientaban las políticas económicas desde hace
treinta años. No se han puesto de ninguna manera en cuestión los fundamentos
del poder de las finanzas. En Europa, por el contrario, los Estados, bajo la
presión de las instituciones internacionales y de las agencias de calificación,
aplican con renovados bríos unos programas de reformas y de ajustes
estructurales que ya demostraron en el pasado su capacidad de incrementar la
inestabilidad y las desigualdades. Estas medidas van a agravar aún más la
crisis europea”. (Resultando, día a día, más evidente que …”para salir de la crisis sobre todo habría
que distribuir mejor la renta, no solo por razones de equidad, sino para
mantener el crecimiento” (Josep Borrell y
Andreu MIssé. La crisis del Euro. De Atenas a Madrid).
En cambio, la persistencia en el mantenimiento
del dogma neoliberal, como opción “política” unidireccional del capitalismo, ha
“inducido” la recesión económica y su prolongación, yugulado las posibilidades
de recuperación, destrozado la cohesión social y acentuado el rechazo de la
ciudadanía a la práctica de la política institucional.
Ahora bien, el
socialismo democrático que históricamente ha conseguido logros como la
extensión de la Educación, la Sanidad, la Seguridad Social y el derecho al
trabajo, constituye un modelo propio de organización social; que hubiera podido
consolidarse como verdaderamente alternativo al Liberalismo económico, con un
proyecto de cambios y profundas reformas del sistema capitalista. Pero la
claudicación, en principios y valores, de los partidos socialistas y
socialdemócratas europeos ante el neoliberalismo y sus dogmas antisociales,
dejó el campo abierto a la imposición de las fuerzas políticas derechistas,
expresión de los poderes reales
económicos, sociológicos, ideológicos y mediáticos que nos han llevado a una
situación de mayor desigualdad, menos democracia, más injusticia y más
violencia.
La superación
de la situación actual no puede venir del neoliberalismo y del
capitalismo especulativo sino de ideologías transformadoras que respondan,
económica, social y políticamente a los retos del siglo XXI.
Las políticas del socialismo democrático son la
alternativa emancipadora capaz de sacarnos de esta insolidaria y dañina
“dictadura de los mercados” y de sentar las bases para sustituir el actual
sistema. Han de ser los poderes democráticos, quienes impongan nuevas normas y
refunden nuevos instrumentos (BM,
OMC, FMI, NN.UU y otros) capaces de garantizar
una gobernanza mundial puesta al servicio del desarrollo de los pueblos, de la
justa distribución de la riqueza y de la igualdad de oportunidades para todas
las personas y en todos los países.
No hay comentarios:
Publicar un comentario