El principal reto
comercial de la UE
en los próximos años: el TTIP
Llevo por motivos de trabajo tres meses
viviendo en Bruselas y por ello tengo el privilegio de presenciar la actividad
diaria del Parlamento Europeo, ese lugar que a priori es la cámara legislativa
más importante dentro de la UE (o eso nos dicen una y otra vez en periodo electoral)
pero luego (una vez pasados los comicios) nadie le da la más mínima importancia.
¿Mi opinión? Obviamente que se deciden temas vinculantes para todos, y aquí quiero
hablar del que a mi juicio será el más interesante en esta legislatura: ¿tendremos
finalmente un acuerdo comercial con EE.UU.?
Para empezar, hay que decir que el Acuerdo
Transatlántico para el Comercio y la Inversión (conocido por el acrónimo en
inglés ‘TTIP’) se está negociando en la actualidad entre el Gobierno de Obama y
la Comisión Europea (en concreto por la Comisaria de Comercio, Cecilia Malmström).
El punto 7 del documento (que se ha desclasificado [http://data.consilium.europa.eu/doc/document/ST-11103-2013-DCL-1/es/pdf])
señala que “el objetivo es aumentar el comercio y la inversión entre la UE y
los EE.UU. haciendo realidad el potencial sin explotar de un auténtico mercado
transatlántico que genere nuevas oportunidades económicas de creación de empleo
y crecimiento mediante un mejor acceso al mercado y una mayor compatibilidad
reglamentaria y marcando una pauta en materia de normas mundiales”. La semilla
a este documento se pone en 2011 cuando se crea un Grupo de Trabajo de Alto
Nivel encargado de estudiar la reducción de los obstáculos para el comercio
entre EEUU y la UE. El 13 de febrero de 2013, Obama, van Rompuy y Barroso
anuncian que se inician las negociaciones para alcanzar un pacto (http://europa.eu/rapid/press-release_MEMO-13-95_es.htm).
Con la nueva Comisión Europea capitaneada por
Jean-Claude Juncker, las negociaciones parece que seguirán su curso pero con
una notable diferencia: se impulsará la transparencia en todo el proceso
negociador (se desclasificarán y se darán a conocer todos los acuerdos
alcanzados [o eso ha prometido Cecilia Malmström]). Llama la atención que
cuando uno busca información en Internet acerca del TTIP se encuentra
contenidos que denuncian la opacidad y secretismo con el que se ha estado hasta
ahora acordando punto por punto. Según Malmström, que participó hace unas
semanas en un evento del grupo S&D, todos los Eurodiputados tendrán acceso
a la información (salvo aquellos que requieran no desclasificarse, sin
especificar por qué) y en la web de la Dirección General del Comercio (http://ec.europa.eu/trade/) el resto del
mundo también podremos consultar el sentido de las negociaciones. El principal
argumento que usa la Comisión Europea para defender el TTIP es que si se
elimina la “regulación innecesaria” y las “barreras burocráticas” la economía
europea podrá crecer en 119.000 millones de euros cada año y generar millones
de puestos de trabajo.
En palabras de la propia Malmström, la
negociación no se acabará ahora, así que ante las mejores previsiones, quizás
hasta finales de la legislatura no entre en vigor el acuerdo (todo en la UE va
lento). El proceso para la aplicación de esta norma es la siguiente: Malmström
lo presentará ante el Consejo de la UE (reunión de Jefes de Estado y de
Gobierno) y podrá salir adelante si se aprueba por mayoría cualificada (es
decir, un 55% de los Estados que representen el 65% de la población). De ahí
irá al Parlamento Europeo, y si también pasa el trámite, a cada parlamento
nacional europeo (que votarán la totalidad del proyecto, con lo cual será imposible
introducir enmiendas). Sin que se prevea someterlo a un referéndum ciudadano,
el acuerdo quedaría aprobado.
Para ambas partes hay partes positivas y
partes negativas. Lo que tendrán que estudiar y decidir EE.UU. y la U.E es si les
conviene o no. Por ejemplo, en materia de derechos laborales saldría perdiendo
la U.E, ya que EE.UU. no tienen suscrito todos los convenios fundamentales de la
O.I,T.; para EE.UU, se eliminaría la preferencia que tienen las empresas
norteamericanas de conseguir un contrato público a favor de las europeas.
Pero sin duda el punto más polémico tiene que
ver con el llamado ISDS (las iniciales de Investor State Dispute Settlement,
que permitiría que las multinacionales pongan demandas contra las decisiones de
los estados). Según la Comisión Europea el objetivo de la ISDS es “encontrar un
equilibrio entre el derecho de los Estados a regular y la necesidad de proteger
a los inversores”. Concretando: cuando una empresa multinacional o un fondo de
inversión considere que una ley de un parlamento democrático perjudica sus
intereses, el ISDS le concede el derecho a demandar, ante tribunales privados
con dudosos conflictos de intereses, a cualquier país por las pérdidas de
beneficios derivadas de cambios legislativos. Los lobbies empresariales no
quieren ni oír hablar de un TTIP que no incluya el mecanismo ISDS y la Comisión
hasta ahora no ha mostrado su oposición a esta parte del tratado.
En los diferentes países de la UE no hay un
debate a fondo de este asunto, desde mi punto de vista. En el Parlamento
Europeo sabemos que el grupo del PP lo aprobará y el de Los Verdes e Izquierda
Unida Europea votarán en contra. Entre los liberales no hay unanimidad, pero de
quien más se espera que se posicione es sin duda el Grupo Socialista, que
quiere un acuerdo con EEUU pero no a cualquier precio (http://www.socialistsanddemocrats.eu/newsroom/sd-group-do-not-allow-investor-state-dispute-settlement-isds-jeopardize-trade-deal-between).
A día de hoy, para los socialistas el estado de las negociaciones debe
continuar y mejorar los aspectos más polémicos (esa es la posición oficial).
Lo interesante es que este asunto tuviera
muchísimo más interés social del que tiene. Implicaría de aprobarse muchos
cambios en la vida de los europeos, y está el difícil dilema de si en la
balanza hay más partes negativas que positivas. Pienso que los socialistas no
nos debemos dejar llevar por el antiamericanismo que propugnan algunos partidos
de izquierdas, pero tampoco ser seguidores a ultranza de las tesis de los
norteamericanos como hace la derecha. Me parece que la política tiene que dar
su mejor perspectiva y es interesante que entre EEUU y la UE exista un fluido
diálogo que consiga un buen acuerdo (si es que llega a realizarse) para ambas
partes. Lo alcanzado hasta la fecha no me gusta, pero quizás, si el debate se
abre y con el TTIP se comienza una nueva manera de negociar acuerdos, creo que
habremos dado un paso importante para la participación activa de la ciudadanía
en la toma de decisiones. Veremos qué pasa…
Diego Valiño Seva
Bruselas
Un acuerdo comercial transparente, basado en la equidad, el beneficio mutuo y el comercio justo-por resumir-y que promueva el crecimiento económico y el empleo, es necesario y de gran interés para la UE y sus miembros.
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