CONFERENCIA POLÍTICA DEL PSOE - Octubre 2013
DIÁLOGO: GANARSE OTRA DEMOCRACIA (IV)
SALIR DE LA CRISIS GLOBAL POR LA IZQUIERDA
(3/10) APORTACIÓN DE IZQUIERDA SOCIALISTA - PSOE - JUNIO 2013
CRÍTICA SOCIALISTA A LA SOCIALDEMOCRACIA EUROPEA.
3. CRITICA SOCIALISTA A LA SOCIALDEMOCRACIA
EUROPEA.
Diversos autores consideran que la
socialdemocracia realmente fue la “vencedora” de la confrontación de la
postguerra entre capitalismo liberal y comunismo, al conseguir mediante pactos
sociales un mayor bienestar de los trabajadores. Ahora bien, ello fue a costa
de dejar el
verdadero poder en manos del capital, capaz de
dar y quitar en función de sus propios intereses. Posteriormente los partidos
socialdemócratas han colaborado – por acción u omisión – con los partidos de derechas
en el establecimiento de una legislación, unas instituciones y unas estructuras
que comenzaron a debilitar el llamado “estado social”. En este proceso se han
consolidado las estructuras capitalistas pero sobre todo no se ha fortalecido
como contrapeso un poder social, ni se han creado suficientes bases
fundamentales para avanzar hacia un Estado de Bienestar socialista, que no esté
sometido a los vaivenes y el control de las fuerzas del capital transnacional
que adoptan la ideología neoliberal.
En expresión de Jürgen Habermas: “Por lo tanto, la socialdemocracia ha pagado
dos veces por su éxito. Ha renunciado a la democracia radical y ha aprendido a
vivir con las indeseables consecuencias del crecimiento económico capitalista,
así como con las peculiaridades inherentes a un mercado de trabajo que entraña
riesgos que las políticas del bienestar pueden paliar, pero no eliminar”.
En todo
caso, hablar de capitalismo democrático es un eufemismo ya que el capitalismo
genera – y se basa – en la concentración y acumulación de la riqueza en pocas
manos para mantener el poder, y no tiene como fin el reparto equitativo de la
misma. La panacea de un cierto modelo social de “estado de bienestar”, a la que
la socialdemocracia sigue aferrada, tiene
la contradicción de que son los poderes del capital los que, en función de sus
intereses y del equilibrio de fuerzas, amplían o reducen este bienestar, que
sigue bajo su control. Y lo más desgarrador de esta colaboración es que, en
bastantes casos, ha creado dependencias y connivencias entre ciertos sectores
de la socialdemocracia, que han desembocado en una “plutocracia” interesada y
alejada de la sociedad real, y que (en último término) es incapaz de cuestionar
el sistema del que se beneficia, ocasionando la desconfianza de la ciudadanía
en la capacidad transformadora de la política para avanzar hacia el auténtico
Estado de Bienestar socialista, bajo control de la sociedad.
Así, la
élite de los negocios consiguió “desviar
el foco del debate a la deuda nacional – para disfrazar su culpabilidad
colectiva y su corrupción” e “imponernos austeridad al resto de nosotros” lo
que - para ellos – “era esencial para
evitar verse obligados a pagar las consecuencias de su ineptitud y su
indiferencia” (Peter Radford) citado por J. Fontana, Op. Cit. P. 946) Y la
aceptación por los gobiernos de la UE de esa visión de “los mercados” y del
ideario “tea party” de cuestionamiento del Estado y de las políticas públicas
ha imposibilitado la recuperación, puede provocar la ruptura de la Eurozona y
una regresión social, y ha generado una enorme desconfianza de la ciudadanía en
la acción de la política democrática como expresión de la voluntad general y
del interés colectivo.
En la Unión Europea, las consiguientes
turbulencias inducidas en los mercados de deuda soberana han sumado una crisis
fiscal e institucional a la gravedad de la situación económica y social; debido
a la ausencia de un marco consistente de respuesta a la crisis alternativo a los
dogmas ideológicos y prácticas económicas de quienes la causaron y
desencadenaron… y que han sido “importados” e impuestos desde el dramático mayo
de 2010 en la UE – en plena Presidencia Española – mediante duras políticas de
ajuste y reducción del déficit público, dictadas en la práctica por la
recurrente volatilidad interesada de
“los mercados”, como única respuesta y sin perspectivas ciertas de
recuperar la estabilidad macroeconómica, el empleo, la economía productiva y
sin que se hayan planteado seriamente nuevas políticas impositivas más
equitativas y de fiscalidad progresiva que proporcionen más recursos
presupuestarios y mayores márgenes para las políticas públicas de impulso a un
nuevo modelo de desarrollo más sostenible con mayor cohesión social y
territorial
Si la crisis fue originada por la imposición, a
la acción del Gobierno, del dictado neoliberal que ha beneficiado sobremanera
al 1% de mega-ricos; resulta rotundamente falso que los triunfadores del siglo
XX fueran la democracia liberal y el capitalismo. Realmente fue el consenso
socialdemócrata entre capital y trabajo sobre el Estado de Bienestar con sus
políticas públicas de compensación / corrección de las desigualdades mediante la
reasignación de bienes y recursos a favor de la universalización de la sanidad,
la educación, las pensiones y los servicios sociales, con las políticas de
progresividad fiscal para un reparto equilibrado de las rentas y, en
definitiva, el contrato social que beneficiaba a todos los sectores
compatibilizando interés privado y responsabilidad pública – colectiva –
social, quienes consiguieron el éxito de occidente.
Pero las
insuficiencias de las posiciones socialdemócratas, en la última década del
siglo XX, y la retracción a plantear el avance hacia el socialismo democrático,
facilitaron la imposición de la política de la desigualdad; cuando el proyecto
de élites insolidarias bajo la bandera de la libertad de mercado y las ventajas
de las privatizaciones y la “desregulación”… subordinó la acción política y
hasta la economía productiva a la codicia de los directivos de las grandes
corporaciones, a los intereses del capitalismo “financiero” y a una minoría de
muy ricos que absorbían el crecimiento
(mientras el crédito endeudaba a las familias y empresas) y buscaba
imponer sus condiciones al sistema político. Desde hace más de dos décadas, en la pasada fase de expansión “los
ricos” han ganado más y han pagado menos impuestos…. “ y los desequilibrios de
renta en las sociedades occidentales han llegado a ser sencillamente
monstruosos, al tiempo que la presente desigualdad iba tornándose
contraproductiva. ( J. Borrell). La cruda realidad muestra que esa
reiterada imposición del fundamentalismo del mercado, ha sido facilitada porque
durante años la socialdemocracia europea fue asumiendo buena parte de las tesis
económicas del neoliberalismo; perdiendo la ocasión – al caer el muro de Berlín
– de reivindicarse a sí misma como alternativa socialista al sistema
capitalista. Pero al retraerse y no marcar nítidamente sus diferencias en
materia económica y social con el centro y la derecha, los partidos
socialdemócratas abandonaron posiciones progresistas, perdieron el apoyo de
quienes pretendían, al menos, una profunda reforma del sistema capitalista y,
sobre todo, de los que consideraban que la globalización necesitaba reglas de
control social y alternativas políticas.
Una gran
parte de los partidos socialdemócratas europeos han tenido el coraje de
elaborar un Discurso coherente y plantear una alternativa
válida, en correspondencia con los valores de la izquierda y las aspiraciones
de la mayoría social. Y los movimientos populares deslegitiman progresivamente
los comportamientos de los teóricos mandatarios, representantes de la
ciudadanía, que se aferran a estructuras, modos de representación, formas de
control, actuación y privilegios adquiridos que han quedado caducos. Aparece
con fuerza un clamor de igualdad, justicia, equidad y transparencia fomentado
por una información cada vez más abierta, libre y al alcance de los ciudadanos
de a pie.
Ahora, la crisis muestra con toda su crudeza la debilidad política de
la UE. Y que las instituciones comunitarias y gobiernos europeos no han sido capaces de articular las medidas
para salir de ella; se contaba con una moneda común, pero se carece de una
política económica y fiscal comunitaria imprescindible para abordar la
situación del conjunto. Falta visión y voluntad política para – desde una
auténtica soberanía compartida – articular la “unión presupuestaria”, relanzar
la inversión productiva y la innovación, corregir los viejos y nuevos
desequilibrios, diseñar políticas sociales equitativas y avanzar en la
democratización, participación de la ciudadanía y en mejorar la
representatividad de las instituciones comunitarias.
Nota:
La imagen corresponde a la campaña “Rise up” que Juventudes Socialistas ha
elaborado, en colaboración con otras diez organizaciones juveniles socialistas
de Europa, para hacer un llamamiento al Consejo y al Parlamento Europeo a dar
la espalda a la austeridad y actuar de inmediato en favor de una Europa del
trabajo, la ecología y la democracia.
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