sábado, 1 de junio de 2013

Crítica Socialista a la Socialdemocracia Europea.







CONFERENCIA POLÍTICA DEL PSOE - Octubre 2013
DIÁLOGO: GANARSE OTRA DEMOCRACIA (IV)
                                         

SALIR DE LA CRISIS GLOBAL POR LA IZQUIERDA
 (3/10) APORTACIÓN DE IZQUIERDA SOCIALISTA - PSOE - JUNIO 2013

CRÍTICA SOCIALISTA A LA SOCIALDEMOCRACIA EUROPEA.




3. CRITICA SOCIALISTA A LA SOCIALDEMOCRACIA EUROPEA.

Diversos autores consideran que la socialdemocracia realmente fue la “vencedora” de la confrontación de la postguerra entre capitalismo liberal y comunismo, al conseguir mediante pactos sociales un mayor bienestar de los trabajadores. Ahora bien, ello fue a costa de dejar el
verdadero poder en manos del capital, capaz de dar y quitar en función de sus propios intereses. Posteriormente los partidos socialdemócratas han colaborado – por acción u omisión – con los partidos de derechas en el establecimiento de una legislación, unas instituciones y unas estructuras que comenzaron a debilitar el llamado “estado social”. En este proceso se han consolidado las estructuras capitalistas pero sobre todo no se ha fortalecido como contrapeso un poder social, ni se han creado suficientes bases fundamentales para avanzar hacia un Estado de Bienestar socialista, que no esté sometido a los vaivenes y el control de las fuerzas del capital transnacional que adoptan la ideología neoliberal.

En expresión de Jürgen Habermas: “Por lo tanto, la socialdemocracia ha pagado dos veces por su éxito. Ha renunciado a la democracia radical y ha aprendido a vivir con las indeseables consecuencias del crecimiento económico capitalista, así como con las peculiaridades inherentes a un mercado de trabajo que entraña riesgos que las políticas del bienestar pueden paliar, pero no eliminar”.

En todo caso, hablar de capitalismo democrático es un eufemismo ya que el capitalismo genera – y se basa – en la concentración y acumulación de la riqueza en pocas manos para mantener el poder, y no tiene como fin el reparto equitativo de la misma. La panacea de un cierto modelo social de “estado de bienestar”, a la que la socialdemocracia  sigue aferrada, tiene la contradicción de que son los poderes del capital los que, en función de sus intereses y del equilibrio de fuerzas, amplían o reducen este bienestar, que sigue bajo su control. Y lo más desgarrador de esta colaboración es que, en bastantes casos, ha creado dependencias y connivencias entre ciertos sectores de la socialdemocracia, que han desembocado en una “plutocracia” interesada y alejada de la sociedad real, y que (en último término) es incapaz de cuestionar el sistema del que se beneficia, ocasionando la desconfianza de la ciudadanía en la capacidad transformadora de la política para avanzar hacia el auténtico Estado de Bienestar socialista, bajo control de la sociedad.

Así, la élite de los negocios consiguió “desviar el foco del debate a la deuda nacional – para disfrazar su culpabilidad colectiva y su corrupción” e “imponernos austeridad al resto de nosotros” lo que  - para ellos – “era esencial para evitar verse obligados a pagar las consecuencias de su ineptitud y su indiferencia” (Peter Radford) citado por J. Fontana, Op. Cit. P. 946) Y la aceptación por los gobiernos de la UE de esa visión de “los mercados” y del ideario “tea party” de cuestionamiento del Estado y de las políticas públicas ha imposibilitado la recuperación, puede provocar la ruptura de la Eurozona y una regresión social, y ha generado una enorme desconfianza de la ciudadanía en la acción de la política democrática como expresión de la voluntad general y del interés colectivo.

En la Unión Europea, las consiguientes turbulencias inducidas en los mercados de deuda soberana han sumado una crisis fiscal e institucional a la gravedad de la situación económica y social; debido a la ausencia de un marco consistente de respuesta a la crisis alternativo a los dogmas ideológicos y prácticas económicas de quienes la causaron y desencadenaron… y que han sido “importados” e impuestos desde el dramático mayo de 2010 en la UE – en plena Presidencia Española – mediante duras políticas de ajuste y reducción del déficit público, dictadas en la práctica por la recurrente volatilidad interesada de  “los mercados”, como única respuesta y sin perspectivas ciertas de recuperar la estabilidad macroeconómica, el empleo, la economía productiva y sin que se hayan planteado seriamente nuevas políticas impositivas más equitativas y de fiscalidad progresiva que proporcionen más recursos presupuestarios y mayores márgenes para las políticas públicas de impulso a un nuevo modelo de desarrollo más sostenible con mayor cohesión social y territorial

Si la crisis fue originada por la imposición, a la acción del Gobierno, del dictado neoliberal que ha beneficiado sobremanera al 1% de mega-ricos; resulta rotundamente falso que los triunfadores del siglo XX fueran la democracia liberal y el capitalismo. Realmente fue el consenso socialdemócrata entre capital y trabajo sobre el Estado de Bienestar con sus políticas públicas de compensación / corrección de las desigualdades mediante la reasignación de bienes y recursos a favor de la universalización de la sanidad, la educación, las pensiones y los servicios sociales, con las políticas de progresividad fiscal para un reparto equilibrado de las rentas y, en definitiva, el contrato social que beneficiaba a todos los sectores compatibilizando interés privado y responsabilidad pública – colectiva – social, quienes consiguieron el éxito de occidente.

 Pero las insuficiencias de las posiciones socialdemócratas, en la última década del siglo XX, y la retracción a plantear el avance hacia el socialismo democrático, facilitaron la imposición de la política de la desigualdad; cuando el proyecto de élites insolidarias bajo la bandera de la libertad de mercado y las ventajas de las privatizaciones y la “desregulación”… subordinó la acción política y hasta la economía productiva a la codicia de los directivos de las grandes corporaciones, a los intereses del capitalismo “financiero” y a una minoría de muy ricos que absorbían el crecimiento  (mientras el crédito endeudaba a las familias y empresas) y buscaba imponer sus condiciones al sistema político. Desde hace más de dos décadas, en la pasada fase de expansión “los ricos” han ganado más y han pagado menos impuestos…. “ y los desequilibrios de renta en las sociedades occidentales han llegado a ser sencillamente monstruosos, al tiempo que la presente desigualdad iba tornándose contraproductiva. ( J. Borrell). La cruda realidad muestra que esa reiterada imposición del fundamentalismo del mercado, ha sido facilitada porque durante años la socialdemocracia europea fue asumiendo buena parte de las tesis económicas del neoliberalismo; perdiendo la ocasión – al caer el muro de Berlín – de reivindicarse a sí misma como alternativa socialista al sistema capitalista. Pero al retraerse y no marcar nítidamente sus diferencias en materia económica y social con el centro y la derecha, los partidos socialdemócratas abandonaron posiciones progresistas, perdieron el apoyo de quienes pretendían, al menos, una profunda reforma del sistema capitalista y, sobre todo, de los que consideraban que la globalización necesitaba reglas de control social y alternativas políticas.

Una gran parte de los partidos socialdemócratas europeos han tenido el coraje de elaborar un Discurso coherente y plantear una alternativa válida, en correspondencia con los valores de la izquierda y las aspiraciones de la mayoría social. Y los movimientos populares deslegitiman progresivamente los comportamientos de los teóricos mandatarios, representantes de la ciudadanía, que se aferran a estructuras, modos de representación, formas de control, actuación y privilegios adquiridos que han quedado caducos. Aparece con fuerza un clamor de igualdad, justicia, equidad y transparencia fomentado por una información cada vez más abierta, libre y al alcance de los ciudadanos de a pie.

Ahora, la crisis muestra con toda su crudeza la debilidad política de la UE. Y que las instituciones comunitarias y gobiernos europeos  no han sido capaces de articular las medidas para salir de ella; se contaba con una moneda común, pero se carece de una política económica y fiscal comunitaria imprescindible para abordar la situación del conjunto. Falta visión y voluntad política para – desde una auténtica soberanía compartida – articular la “unión presupuestaria”, relanzar la inversión productiva y la innovación, corregir los viejos y nuevos desequilibrios, diseñar políticas sociales equitativas y avanzar en la democratización, participación de la ciudadanía y en mejorar la representatividad de las instituciones comunitarias.

Nota:

La imagen corresponde a la campaña  “Rise up” que Juventudes Socialistas ha elaborado, en colaboración con otras diez organizaciones juveniles socialistas de Europa, para hacer un llamamiento al Consejo y al Parlamento Europeo a dar la espalda a la austeridad y actuar de inmediato en favor de una Europa del trabajo, la ecología y la democracia.

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